Las cuentas de Judas

Le he robado a Judas Iscariote. No. No le he robado. He tomado prestado su libro de contabilidades. No SU libro: el de todos. Que nadie se moleste en leerlo no es cosa mía.

El caso es que estaba leyendo, todo parecía igual: “No vamos a llegar a fin de mes”. “No sé por qué me pidieron que vigile el dinero si no me dejan administrarlo”. “Estoy HARTO de los numerosos gastos que hacen por todo”

Pues algo así. Había transformado el libro en su “diario”. Y toda la información legal que debía saber para tener una excusa para coger el libro había sido cortesía de María Magdalena.

Me había quedado con ella a las afueras mientras los demás iban a hacer no sé qué. María se marchó un segundo, suficiente para ojearlo. Y leí con atención:

“Después de pensarlo, he acabado por aceptar el trato con el Sanedrín. Al fin y al cabo, entregar a Jesús no puede ser muy difícil. Así que lo haré por 33 monedas de plata. Más de lo que me permiten gestionar aquí.

No voy a seguir con esta odiosa vida de nómadas y pobres. Y, ¡como si no tuviéramos poco, siguen diciendo que donemos mínimo una vez a la semana algo!

Por suerte, esto se va a acabar…”

No pude seguir. Me daba mucha rabia. Mucha. No podía creer que por dinero… La rabia me había dejado medio ciega, pero me dio tiempo a guardar el libro antes de que llegase María.

María me dijo que tenía magdalenas en casa. Me reí al recordar. Me “solté” un poco.

María volvió con los ingredientes. Me dijo que haríamos una magdalena gigante. Le dije que, de donde yo venía, se llamaba bizcocho, pero no me hizo caso.

Lo hicimos para cenar. Estaba de muerte. Me senté en mi cama y vi un sobre. Yo no le se lo había pedido a nadie, así que me extrañó.

“Hola Rocío:

Soy Juan. Me he enterado de que andas pidiendo cartas por ahí, así que mi hermano Santiago y yo (sobre todo yo) te vamos a escribir una.

Yo soy un pequeñajo comparado con los demás, así que en principio mi voto no debería contar mucho. Pero Jesús lo tiene muy en cuenta. Pedro ya se ha acostumbrado a que yo sea quien le pida todo. Estoy contento de que me quiera, y no tengo miedo de abusar, porque es Dios. ¿Sabes lo que te digo? Es Dios. Todo lo puede, y tengo muy presente que no me dará nada malo.

El siempre dice que mi hermano y yo somos muy … ¿cómo se dice…? Que explotamos con facilidad, fáciles de enfadar. Y, bueno, tampoco es que sea un piropo, pero nos lo dice con cariño. A veces le dice a María Magdalena que es un no parar. Y se nota que lo dice desde el fondo de su corazón.

El caso, que me enrollo mucho, es que Él siempre va a querer a alguien, esté cerca, o se marche con la “herencia” como dice en la parábola del hijo pródigo.

Pues eso, que muy bien verte otra vez. Ya me cansaba ser el único joven del grupo. A ver, en general no me importa, pero esa puntadita de c

He tenido que cortar a mi hermano, ya lo siento. Soy Santiago. Yo sólo quería preguntarte, ya que eres de allí, cómo es Hispania, a lo mejor consigo irme unos días…

Rocío, ¡ya nos vemos!

Un saludo

Santiago y Juan

  • Domingo de Resurreción

    Domingo de Resurreción

    María Magdalena ha intentado no despertarme pero el vaso del desayuno ha tirado sus planes a la basura.

  • Sabado Santo

    Sabado Santo

    Estuve todo el Sábado con María 
    Magdalena y Juan cuidando de María. Ella se sentía sola, y la mirada que llevaba me mataba por dentro. Una mezcla de dolor y esperanza. 

  • Viernes Santo

    Viernes Santo

    Jesús lleva toda la noche encerrado. Yo estoy con su Madre y con María Magdalena entre otras, junto a la puerta exterior del calabozo. Con puertas y puertas entre nosotras y el Señor.

  • Jueves Santo

    Jueves Santo

    Está vez no me levantó María Magdalena, sino María, la madre de Jesús, la Virgen. Me dijo que me diera prisa, que íbamos a preparar otra vez una buena cena. La Virgen era la única que sabía con exactitud cuándo y dónde me había visto antes.

  • Miércoles Santo

    Miércoles Santo

     

    Las cuentas de Judas

    Le he robado a Judas Iscariote. No. No le he robado. He tomado prestado su libro de contabilidades. No SU libro: el de todos. Que nadie se moleste en leerlo no es cosa mía.

  • Martes Santo

    Martes Santo

    Como todos los días María me hizo madrugar. Salimos al mercado, hicimos el desayuno y volvimos a salir. Pasamos junto al puerto y me acordé de Pedro.

Otros enlaces de interés